domingo, 26 de enero de 2014

Capitulo II: “Oportunidad”

-Zorra –Murmuro Alicia, una amiga de Ayame pasando a mi lado y golpeando mi hombro.

Decir que no estaba asustada sería una vil mentira, mis pies temblaban, lo único que quería hacer era estar en casa y desaparecer. Ser casi invisible como siempre había sido, ser “desconocida” para el mundo…

-No será un buen día –Dije dirigiéndome al baño. Pero mi camino se vio interferido por tres chicas.
-¿Se puede saber a dónde vas Yuki? –Pregunto una de ella que tenía pelo ondulado de color castaño, recostándose en la puerta del baño de damas.
-Chicas –Susurre, sin querer mi cuerpo comenzó a temblar.
-¿Estas asustada? –Pregunto otra acercándose a mí –No deberías porque estarlo –Agrego empujándome al baño.
-Cierra la puerta, Akemi –Dijo la castaña. Estaba temblando sin poder evitarlo.
-Esto te pasa por meterte con novios de otras, pequeña zorra –Dijo la chica de pelo negro que me empujo al baño, tirándome al suelo y agarrándome el cabello.

El castigo divino del cielo había llegado a mí nadie me salvaría de este infierno, un infierno que yo misma había creado. Sin poder evitarlo me corazón se contrajo y las lágrimas no tardaron en salir.

-Oh vamos, esto te lo buscaste tú –Dijo Akemi sacando unas tijeras de su bolso y comenzando a cortar trozos de mi cabello. Un grito salió de mi boca, pero la que me sostenía me golpeo sacando sangre de mi boca.
-¿P-Por qué? –Susurre llorando en el suelo.
-Es la ley de la vida, es solo para enseñarte que no eres nadie aquí, y que desde hoy tus días de secundaria serán un infierno –Dijo la castaña riendo.
-Esto es solo el inicio –Dijo la pelo negra derramando una botella de agua sobre mí.
-Vamos chicas –Dijo Akemi saliendo del baño, luego de unos minutos las otras las siguieron. Seguía en el suelo llorando.

Un sabor metálico salía de mi boca, el dolor en mis brazos y piernas me hacían pensar que esto no había sido una pesadilla, era la cruel verdad. Estaba en el infierno y no tenía ni la más mínima oportunidad de escapar de este lugar. Unas ganas de desaparecer enorme me invadieron, si yo muriera solo le haría un favor al mundo, lentamente comencé a levantarme, mi cabello caía a trozos cada vez que daba un paso. Mi destino era la azotea del edificio más alto del lugar

-Solo un paso… -Murmure mirando hacia abajo, la distancia al caer seguramente me mataría, mis lágrimas hacían borrosa mi vista, solo un paso y el infierno en él cual había comenzado a vivir acabaría.
-¡Hey! ¿Qué crees que haces? –Pregunto una voz a mis espaldas, algo cansada -¿Quieres suicidarte? Sabes acabo de despertar y… -Dijo levantándose lentamente. Gire mi cabeza para observar a quien me hablaba, me sorprendí al ver aquel joven que salvo mi vida la otra noche, él también se sorprendió al verme herida -¿Qué te ocurrió? –Pregunto serio.
-Y-Yo… solo… y-yo… me caí –Susurre. Él era un desconocido, no tenía por qué involucrarlo conmigo, si lo hacia el infierno también caería sobre él y no podía permitirlo, la única culpable de lo que pasaba era yo.
-Eres un poco torpe –Me dijo acercándose lentamente. Me altere un poco y retrocedí, él se detuvo –No lo hagas –Dijo.
Mire al vacío por el cual estaba dispuesta a caer y lo mire a él con una cara de preocupación, me sorprendí por eso –Yo… realmente… n-no sé qué debo hacer –Dije llorando.
-Ven conmigo –Dijo extendiendo su mano.

Era como una brisa que aliviaba mi corazón, podría ser que acaso Dios se apiado de mi alma y envió un ángel para que me salvara…

-Yo… -Susurre agarrando su mano. Cuando la tuvo firme tiro de mí y caímos al suelo, yo sobre él. Aun lloraba, pero estaba un poco sonrojada por la extraña posición.
-No se la razón porque quieras hacerlo, pero solamente causaras daño a las personas que te quieren –Hablo serio, como si me estuviera regañando. Mis lágrimas comenzaron a salir con más fuerza.
-Eso… no es cierto… -Murmure mientras mis lágrimas caían en su pecho.
-¡Claro que sí! ¡Dime! ¡¿Qué pasara con tu familia, con tus amigos, con tu…?! –Hablo molesto.
-¡No! –Grite. Se sorprendió un poco –Yo… no ten-tengo nada de eso… -Dije llorando, mi garganta dolía y seguía teniendo ese extraño sabor a metal en mi boca. Mi mirada seguía baja, mientras mis lágrimas caían sobre él.
-Entonces… -Dijo con una voz dulce mientras me abrasaba y ponía mi cabeza en su hombro –Sobrevive y encuéntralo –Susurro en mi oído. Me sorprendí por eso.

Sin duda un ángel cuyo canto celestial alentó a mi pobre alma que se encontraba en desesperación era increíble que esas pequeñas palabras hicieran latir mi corazón de una manera que nunca había llegado a sentir.

Paso un bueno rato cuando mis lágrimas se detuvieron y me separe de aquel joven –Yo… g-gracias –Dije sonrojada mientras limpiaba con mi mano las lágrimas que quedaban en mis ojos. Aun seguíamos en el suelo del techo del edificio.
-No es nada –Dijo sonriéndome. Aparte la mirada sonrojada –Dime… ¿Cómo te llamas? –Pregunto.
-¿He? ¡Ha! Yuki… Yukino –Dije un poco sonrojada.
-Yuki… es un lindo nombre –Dijo riendo haciéndome sonrojar –Soy Soma –Agrego extendiendo su mano hacia mí en señal de saludo.
-U-un gusto… -Susurre tomando su mano –Usted… -Dije.
-Oh vamos, yo creo que ya somos amigos, bueno ya he salvado tu vida dos veces –Dijo mirándome a lo que me sonroje y desvié la mirada.
-Si… -Susurre un poco melancólica al recordar el porqué de mi decisión.
-Ven –Dijo levantándose y tendiendo su mano hacia mí. Lo mire dudosa.
-¿A dónde? –Pregunte. Aún estaba asustada, y si él también quería dañarme.
-A curarte –Dijo tomando mi mano y levantándome. No soltó mi mano y me guio hacia la enfermería.

No sabía que era lo que pasaba pero el contacto con mi salvador era cálido, aunque solo tomara mi mano me hacía sentir en completa paz y armonía, era como olvidar el total calor del infierno, su tacto era la brisa más pacifica que jamás hubiera sentido, pero todos los momentos llegan a su fin…

-Aquí estabas –Dijo una voz frente a nosotros en medio pasillo. Mi reacción inmediatamente fue esconderme tras mi salvador deseando que por favor no me abandonara en estos terribles momentos.
-¿No deberían estar en clases, chicas? –Pregunto Soma aun sosteniendo mi mano.
-¿Soma? ¿Qué haces con ella? –Pregunto Alicia observándolo muy sorprendida.
-La llevo a la enfermería –Dijo simplemente. Temblaba no sabía que podía pasar.
-¿Sabes quién es? –Interrogó Akemi –No deberías ni mirarla, después de lo que le hizo a Ayame…
-Lo sé muy bien, márchense ahora –Dijo enojado.
-Tu –Dijo Akemi enojada también. Se sentía un aura aterradora provenir de Soma ¿Qué sucedía?
-Akemi, Alicia vamos –Dijo Mayu caminando pasando a nuestro lado, temblé un poco, pero suspire aliviada de que nada malo ocurriera.
Alicia se detuvo junto a nosotros –No sonrías tonta, hasta en el cielo hay demonios –Siguió caminando.

Observe marcharse a las 3 arpías del inframundo, pero que había sido eso ¿Una advertencia? Mi corazón seguía doliendo y mis lágrimas cayeron. Este era el precio por enamorarme de alguien que no debía, tan grande era que ya no podía ni siquiera dar un paso hacia al frente, estaba completamente destruida y no habia persona que pudiera llamar “amigo” para poder desahogarme y contarle todas mis penas… sola ¿Ese era acaso mi destino?

-¡Yuki! Te estoy hablando… -Dijo Soma moviendo la mano frente a mis ojos. Por primera vez note que sus ojos eran hermosos, eran azules como los míos, pero poseían un misterio eterno. En ese momento me di cuenta que también lo había involucrado en esto, es que acaso nunca podré hacer bien las cosas.
-Solo… debiste dejarme ahí –Dije sentándome en el suelo y abrazando mis rodillas –Ahora…ellas también se desquitaran contigo –solté llorando.
-Vamos no te deprimas –Dijo tocando mi cabeza.
-¡No! –Aparte su mano de un manotazo -¡Tú no sabes nada! ¡Nada de nada! –Grite llorando. Eso pareció molestarlo.
-¡Deja de dar pena quieres! –Grito molesto, me sorprendí, pero mis lágrimas seguían cayendo. El seguía de pie se veía imponente frente a una pequeña yo.
-Yo… -Lo mire con miedo, algo en mi memoria reacciono y me hizo recordar cosas del pasado que había olvidado. Creo que no pudo darse cuenta.
-¡Bien! ¡Si tanto lo quieres! –Dijo molesto -¡No debí salvarte! –Habló.

“No debí salvarte” esas palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez. Tal vez la advertencia de Alicia era cierta hasta los ángeles podían ser demonios, después de todo, los demonios algún día fueron ángeles o no… Sentía mi pecho contraerse con fuerza, mi respiración era cortada por algo y mi vista comenzó hacerse borrosa ¿Acaso alguien había escuchado mis oraciones?

-Perdón… por nacer… -Susurre cayendo hacia atrás mientras poco a poco, mis fuerzas se desvanecían y pude escuchar una pequeña voz, pero no entendí que decía, todo se volvió negro.

____________________________________________________________

No reconocía donde estaba solo sabía, que podía ver dos sombras sobre mí al parecer hablando, ¿Estaba muerta?
-¿Cómo está? –Pregunto una voz masculina un tanto preocupada.
-Estará bien… tuvo un shock… pero sus heridas ¿Cómo se las hizo? Esto no parece ser una caída, además… su pelo… -Dijo una voz de una mujer amable tocando mi cabeza.
-Dijo que se cayó –Respondió.
-Caerse, esto no es una caída, deben hablar con el director y… -Dijo la mujer.
-Mamá… -Susurre abriendo poco a poco los ojos.
-Tranquila, estas en la enfermería –Dijo la mujer, ayudando a incorporarme. Me decepcione un poco, esperaba un poquito que fuera mi madre.
-¿Qué… sucedió? –Pregunte agarrando mi cabeza.
-Eso quisiera saber, ¿Dónde has conseguido esas heridas? –Pregunto la mujer poniendo sus brazos en su cintura.
-Yo… me caí –Mentí nuevamente mirando mis manos. Me encontraba sobre una cama.
-Se lo dije –Hablo la voz masculina. No me había dado cuenta de él, lo observe un momento, me miro y desvié mi mirada al suelo.
-¿Ha pasado algo entre ustedes? –Me pregunto la mujer. La observe sorprendida.
-N-No… nada –Dije.
-No tienes que mentirte, dime si te hace algo –Dijo la mujer jalando la oreja de Soma. Observe un poco divertida la situación.
-E-estoy… bien G-gracias –Dije.
-Hum… -Dijo observándome –Bien, te daré un alta, para que vayas a casa y descanses por una semana…
-¡¿Una semana?! –Dije exaltada.
-¿Ocurre algo? ¿Quieres que llame a tus padres? –Pregunto la mujer anotando algo en una hoja.
-¡No!... está bien… -Dije mirando al suelo.
-Bien jovencito, tienes mi permiso para llevar a tu amiga a su casa, muestra esto al profesor y ven a recogerla –Dijo la enfermera dándole un papel a Soma, él lo observo y salió de la enfermería.
-Puedo irme sola… -Dije.
-Claro que no jovencita –Dijo la mujer sentándose en una silla, yo estaba al borde de la cama –Tu cabello era hermoso ¿Qué paso?
Lo observe había mechones más largas que otros, una sonrisa melancólica se formó en mi rostro –No a todos les parecía hermoso –Dije.
-¿Te están abusando verdad? ¿Por qué no hablas con tus padres? Tus lesiones yo puedo dar constancia de… -Dijo la enfermera.
-No hace falta… estaré bien –Dije sonriendo levemente. Ella me miro sorprendida.
-¿Por qué? –Pregunto extrañada.
-Ya está… vamos Yuki te llevare a casa –Dijo Soma abriendo la puerta. Sonreía a la enfermera hasta salir por la puerta, que fue cerrada por Soma, él llevaba mis cosas.
-P-puedo llevarlas… yo… s-sola –Dije mirando el suelo.
-¿Dónde vives? –Ignoro, mi petición. Suspire y le indique donde vivía. Caminamos por largos minutos, que se hacían eternos, no quería estar ahí con él. Quería irme sola, estar sola como siempre. Sin darme cuenta camine un poco más rápido. Un agarre en mi antebrazo hizo detenerme y temblar para darme ligeramente la vuelta.
-¿Q-Que s-s-sucede? –Pregunte nerviosa, tenía miedo.
-Yo… creo… que antes me pase de la raya… -Dijo mirando el suelo.
-¿hm? –No entendía de que hablaba.
-Lo que quiero decir… es que pone de puntas que siempre quieras morir… es estresante –Dijo. Deje de temblar por alguna razón mi corazón latió, al parecer trataba de disculparse.
-No tienes que disculparte por nada –Dije tomando su mano, él me miro, sonreí levemente –Todos me hacen daño, no serás el primero ni el ultimo, así que está bien, no te sientas mal –Dije sonriéndole.

Algo que jamás pensé que pasaría ocurrió, estaba encerrada en una cárcel muy cálida, sin ganas de escapar. Estaba atrapada entre los brazos de mi salvador… ¿Aun me pregunto porque no lo aleje? Hace unas horas temblaba de miedo y ahora mi corazón tiembla de alegría… ¿Qué era este sentimiento?


sábado, 18 de enero de 2014

Capítulo 1: “Destino”.
-¿Qué diablos te pasa? –Pregunte más que enojada.
-¡¿Por qué estabas con él?! –Me pregunto molesto.

Mi nombre es Yukino Yoshida, soy una joven de 18 años con cabello negro largo y ojos azules, tengo un buen cuerpo. Soy demasiado tímida, tengo buenos pocos amigos, me gusta divertirme. Y sobre todo estoy enamorada de mi mejor amigo Takeshi Takahashi un joven guapo de cabellera rubia y ojos verdes. Es un error no debería estar enamorada de él, él tiene novia y la quiere mucho, yo solo confundo su ser.

-…E-Eso no te importa –Dije.
-Claro que me importa –Dijo.
-Él me siguió –Dije. Estaba molesta, hoy no era mi noche.
-¿Por qué saliste así de repente? –Pregunto.
-Porque no me sentía bien –Mentí.
-Estabas llorando… -Dijo levantando mi cara.
-Eso… -Dije. No se me ocurría nada bueno. Él me miraba preocupado.
-¿Por qué llorabas? –Pregunto.
-Por ti –Murmure muy bajo. Al parecer no escuchó –Nada que te importe.
-Claro que me importa… además –Pude ver como se molestó -¿Por qué te estaba abrazando?
-Te lo dije no me sentía bien… y ¿A ti qué demonios te importa? –Le pregunte furiosa.
-Claro que me importa y ¡Mucho! –Me grito molesto. Estaba más que furiosa con él así que no dude en atacarlo.
-¿Por qué? –Pregunte molesta.
-Porqué eres mía… -Dijo mirándome directamente a los ojos. Como si fuera magia y esas palabras causaran algo en mi me quede sin aire. Había escuchado bien. Eso no era posible.
-¿T-Tu… T-Tuya? –Pregunte más que sorprendida. Se fue acercando a mí y obviamente fui retrocediendo para escapar, hasta que mi huida fue intersectada por una pared. Él se acercó y coloco ambos brazos al lado de mi cabeza.
-No puedes abrasar a Sasori, no te dejo –Hablo.
-A-Aléjate –Dije tratando de que se alejara de mí.
-¿Por qué? ¿Te pongo nerviosa? –Pregunto acercándose más a mí, nuestros labios casi se juntaban, podía sentir su respiración.
-Takeshi… -Dije tratando de empujarlo para alejarlo, pero él tomo mis brazos y me abraso.
-Me gustas lo sabes verdad –Dijo. Me dolía, siempre me decía lo mismo, pero no se despegaba de su novia, yo era su consuelo.
-Tu novia… -Dije. No era la primera vez que se me declaraba, pero era mentira para engañar a su corazón, siempre que peleaban con su novia era así buscaba a cualquier idiota para calmar sus hormonas y expresaba esos sentimientos hacia mí, pero yo sabía que todo era un cruel mentira.
-¿Por qué siempre tienes que meterla en todo? –Pregunto molesto soltándome.
-Porque sé que la amas… solo están pasando por un mal momento como todos –Dije. Era mi mejor amigo, debía ayudarlo aunque mi corazón se desintegrara en el proceso.
-Siempre preocupándote por todos… -Río, Se acercó de nuevo –Pero dime una cosa Yuki… ¿No me quieres? –Pregunto tomando mis manos y besando una.
-Cl-Claro que te quiero –Dije. Lo amaba no había duda.
-Hmm… -Me acerco a su cuerpo- Sabes te deseó –Susurro a mi oído haciéndome temblar.
-¿Q-Que? –Dije al bordo del infarto.
-Te deseo Yuki –Dijo besándome. A principio no sabía qué hacer, así que cerré los ojos. Sus labios se movían lentamente sobre los míos, así que sin saber cómo comencé a corresponder de forma tímida y lenta.

Mi sueño se estaba cumpliendo estaba besando a la persona que amaba, a mi mejor amigo durante años, al ser que era importante para mí. Algo dentro de mí me decía que debía detenerme él tenía novia, pero yo lo amaba y espere este momento por siempre… pero estaba mal, aunque fuera una sola vez me gustaría ser egoísta y tomar lo que la vida me ofrece; quemarme en el fuego del infierno.

-Dime Yuki… -Dijo mirándome fijamente- Te gustaría entregarte a mí –Dijo.
-¿Q-Que di-dices? –Pregunte. Esto estaba mal. Takeshi estaba pasado de copas, nunca me había dicho tal tontería.
-Lo has oído bien –Dijo besando mi cuello. Debía detenerlo.
-Takeshi… Ayame te espera… -Dije.
-Ella… ¿Por qué siempre la mencionas? –Dijo abrasándome- Yo te quiero a ti… Ella no es nadie…
-No digas esas cosas Takeshi… tú la amas –Dije cariñosamente mientras acariciaba su cabeza.
-Ella es un puta… terminamos de nuevo porque la vi coqueteando con un profesor de deporte –Dijo. Pobre Takeshi, aunque él tampoco era un santo.
-Takeshi siempre actúas impulsivamente… te apuesto a que no viste bien la situación –Dije tratando de darle ánimos, siempre defendía a la estúpida novia de Takeshi. No podía decirle que la dejara y se olvidara de ella.
-Enamórate de mí –Dijo mirándome a los ojos.
-¿Q-Que quieres decir? –Pregunte sonrojada.
-Tú siempre me salvas de todo… me gustaría que Ayame fuera como tú… tú eres especial –Dijo. ¿Qué fuera como yo?
-Cada persona es como puede… Se feliz con Ayame, Takeshi… -Dije. Mis lágrimas comenzaron a caer. Nunca sería más que su mejor amiga. Solo eso.
-¿Qué paso? –Pregunto preocupado al verme llorar.
-N-No es nada –Dije intentando que mis lágrimas dejaran de fluir.
-Yuki… -Dijo acariciando mi cara. Lo había decido este sería el momento expresaría mis sentimientos hacia Takeshi.
-T-Takeshi… yo… t-tu… m-me… -Dije tomando aire, el me miraba atentamente -¡Te amo! –Grite cerrando los ojos. Estaba roja como un tomate por lo que acaba de pasar.
-Yo también –Dijo besándome más intensa y salvajemente –Ven conmigo –Dijo conduciéndome a su auto, luego a su departamento.

Acababa de entregar mi alma al infierno, sin saberlo aún no empezaba la verdadera tortura. En verdad quería a Takeshi, pero yo sabía y mi razón me lo advertía que él no me veía más que como una simple amiga, que siempre fue buena con él. Algo me decía que me arrepentiría de entregarme a la persona que amo, pero como siempre uno nunca hace caso a la razón.

-T-Takeshi –Dije jadeante. Desde que bajamos del auto me besaba y con pasos torpes y choques contra las distintas paredes al fin llegamos a su departamento. Mi cabeza comenzaba a dar vueltas por el intenso beso mientras que perdía la noción del tiempo. Sin saber cómo nos dirigí hacía su cama y me acostó, colocándome a gatas sobre mí. Estaba sonrojada por lo que pasaba. Siguió besándome, paso su lengua por mis labios para que los abriera y pudiera entrar, causando una pelea sin ganador entre nuestras lenguas.
-Me gustas mucho Yuki –Dijo sin aire luego del beso. Estaba segura que esas palabras eran mentira, pero quería divertirme con el demonio.
-E-Esto no está bien… -Dije debajo suyo.
-¿Por qué? –Pregunto mirándome atentamente.
-Tu… Yo… N-No lo sé –Dije. Estaba confundida, su novia siempre lo engañaba porque no podía hacer lo mismo. Se tiró de nuevo sobre mí, colocando ambos brazos en mi cabeza. Bajo sus codos y se acercó peligrosamente hacia mi rostro.
-¿Por qué Yuki? –Pregunto seductoramente. No sabía que responder. Parecía que pensaba en algo –Es por Sasori verdad –Hablo molesto. ¿Por qué tenía que mencionar a Sasori en este momento? ¿Acaso estaba celoso?
-C-Claro que no –Dije sonrojada y tartamudeando. Demonios.
-Mentirosa, dudaste –Dijo –Le quieres verdad… -No dije nada. Acaso no se daba cuenta que estaba enamorada de él desde que le conocí -…Pero aun que le quieras esta noche serás mía Yuki, solamente mía –Me beso en serio.
-P-Pe-Pero –Dije luego del beso. Esto no estaba bien debía detenerlo.
-Yuki… te… amo… Yu-ki –Decía entre besos que nos dábamos. Mi razón se perdió, disfrutaría de Takeshi aunque solo fuera esta vez, ya que luego vendría mi castigo.
-Ta-Takeshi –Susurre sonrojada.
-No te preocupes preciosa –Se separó unos milímetros de mi cara –Yo te amo a ti…
-Si yo también… -Dije bajito muy sonrojada. Y dicho esto, poseyó mis labios nuevamente con ternura y delicadeza. Comenzó a acariciar mi cuerpo con una de sus manos, sin darme cuenta su mano bajo mi polera y se dirigió hacía uno de mis pechos. Antes de tocarme, se separó de mis labios y se dirigió a morder y lamer mi cuello, mientras hacía eso, su mano comenzaba a acariciar por sobre mi sujetador mi pecho derecho.
-Takeshi –Gemí su nombre. Nunca pensé que haría tal cosa. Todo parecía marchar bien, hasta que sentí como tocaban la puerta como si quisieran echarla abajo. Takeshi se separó de mí y ambos dirigimos las miradas hacia la puerta.
-¡Takeshi! –Grito alguien abriendo la puerta hecha una furia. No sé qué cara puse en ese momento. Era la novia de Takeshi; Ayame.
-Ayame eres tú –Dijo Takeshi aun sobre mí. Su mirada furiosa se dirigió a mí.
-¿Qué demonios haces y con esta? –Pregunto Ayame mirándome con mucho odio.
-Bueno antes de que entraras íbamos a tener sexo –Dijo Takeshi sentándose en la cama.

Había sido una estúpida, al pensar que podría hacer en amor con Takeshi. Para hacerlo se necesitan dos personas y con el mismo sentimientos.

-¡Maldita puta! ¡Te crees mucho al acostarte con el novio de otra! –Grito Ayame tirándose sobre mí. Takeshi solo la miro divertido. Esto era claramente una escena de celos.
-Déjame –Dije tratándomela de quitar de encima.
-Ya basta Ayame suéltala –Dijo tranquilamente Takeshi. Todavía seguía sobre mi tratando de golpearme, a la primera oportunidad salí del departamento de Takeshi, pero ella me siguió.
-Maldita zorra –Grito de nuevo agarrándome el cabello.
-Ayame ya basta –Dijo Takeshi tomándola en brazos y entrando a su departamento con ella, cerrando la puerta tras de ellos.

Sentí mi corazón destrozarse en ese momento, la persona que había amado me había traicionado, estaba llorando, en el piso sola. Al fin me daba cuenta de que era una estúpida por confiar en él. Siempre supe que Takeshi no era para mí, se merecía estar con Ayame tal para cual no.
Salí corriendo como pude, sintiéndome como un trapo viejo. Me encontraba lejos de casa y era muy tarde. No sabía hacia donde corría, solo quería que este dolor me abandonara. Sin saber cómo me encontré en medio de la calle, sentí una fuerte bocina y voltee, un camión se acercaba a mí y yo no podía reaccionar, o mejor dicho no quería hacerlo, así que cerré los ojos por miedo.

-¡Cuidado! –Escuche el grito de alguien, antes de que alguien me rodeara y cayéramos al piso. Abrí los ojos y un joven de cabellera negra y ojos azules se encontraba debajo de mí.
-¿Q-Quien eres? –Pregunte sorprendida.
-¡Estas loca! ¡No viste el camión! –Me dijo molesto.
-Yo… -Dije comenzando a llorar.
-¿Q-Que ocurre? –Pregunto sentándose. Seguía sobre él, pero no me di cuenta.
-N-nada –Dije llorando. Mis lágrimas seguían cayendo, la persona que se encontraba delante de mí me miraba preocupado.
-Lo siento –Se disculpó. Lo mire atentamente sin dejar de llorar –Creo… que fui muy rudo…
-No… no es eso… lo siento –Dije mientras bajaba la mirada.
-¿Te encuentras bien? –Pregunto preocupado.
-No es nada… -Dije levantándome, el chico también se puso de pie.
-Estás loca –Dijo. Me sorprendí de sobremanera, que persona le dice eso a otra persona que estaba a punto de morir y lloraba desesperadamente.
-…Gracias… -Dije secando mis lágrimas.
-¿Quieres… ir a tomar algo? –Me Pregunto. Lo mire sorprendida y el desvió la mirada. Sonreí.
-Claro por qué no… -Dije.

Había caído en el más bajo abismo que se encuentra en el infierno, sabía que había firmado mi sentencia de muerte. Ayame era muy popular en la secundaria y por supuesto estaba con Takeshi también popular. Desde mañana mi vida terminaba trágicamente, no me sorprendería que ellos hagan de mi vida un infierno. El infierno en el cual decidí quemarme…

-Así que te declaraste y te rechazaron… -Dijo mi salvador. Se lo había contado todo mientras tomábamos un café y caminábamos por la calle.
-Si –Dije recordando lo sucedido.
-Eres tonta –Dijo- El mundo no acaba por eso… -Hablo mirándome.
-El mío si… -Susurre sonriendo melancólicamente.
-Tal vez tenía que suceder –Dijo. Me sorprendí por sus palabras. Debía suceder.
-Yo… debo irme –Dije.
-Si ya es tarde –Dijo mirando el cielo.
-Gracias, Adiós –Dije antes de salir corriendo.

Aun que aquella persona que desconocía logro sacarme del infierno por unos momentos, yo sabía que aún no comenzaba mi verdadero castigo, si pudiera anhelar algo, seria desaparecer de este mundo o simplemente borrar este día, este maldito día donde hable de mis verdaderos sentimientos, cosa que nunca debí hacer… aun me pregunto ¿Por qué?

-Llegue –Dijo entrando a mi casa. Era un total silencio como de costumbre, mi padre había muerto cuando era niña, mi madre trabajaba el día y bueno en la noche salía a divertiré por ahí, dejándome sola en casa. Camine hacia mi cuarto y me tire en la cama.

Llorar no iba a servir de nada, nunca ha servido de nada. Después de todo era mi culpa… con ese pensamiento me duermo…